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454 Francisco Iglesias Una pregunta, para concluir. lHay algún indicador para evaluar el nivel y la calidad del crecimiento de la persona? Comencemos recordando una idea: «El hombre no es una cosa, sino un ser viviente, que está siguien– do un continuo proceso de desarrollo. En cada punto de su vida aún no es lo que puede ser y lo que posiblemente será» 10 • Criterios de valoración puede haber muchos. Sin entrar en mayores detalles, me permito indicar uno genérico: la capacidad efectiva de vivir, en el modo más actualizado, las razones, los ideales y los compromisos específicos de la propia existen– cia. O en otras palabras: la capacidad que el sujeto tiene de ponerse al día, de responder con clarividencia y audacia a los signos del tiempo presente sintonizando el empeño de cada hoy con la heredad renovada del ayer y las exigencias de creatividad que impone continuamente lo nuevo del mañana. En suma, el grado de renovación pennanente revitalizando el pasado y creando el futuro .... en el presente. Teniendo en cuenta las ideas antropológicas que preceden, pienso que no es difícil intentar una identificación, radical y globalizante, del sig– nificado de toda auténtica tarea formativa. Si el hombre es un lote de po– tencialidades en despliegue y devenir permanente, si el hombre es un ser inacabado y su existencia un proceso sin fin de terminación, si el destino del hombre no es sólo sobrevivir sino especialmente crecer, madurar - desde la inmensa riqueza y complejidad de sus expresiones y compromi– sos - fonnar, educar es el nombre propio de toda ayuda específica al desar– rollo del hombre. El hombre «se hace» viviendo, lo que equivale a decir que es educable y que su vida es, por tanto y ante todo, «quehacer» y «aprendizaje», es decir, tarea y amaestramiento en el arte de la propia realización. He aquí por qué el verbo formar, en su sentido primario y más amplio, es el conno– tado lógico del ser dinámico y evolutivo del hombre y resume la funda– mental faena de la promoción y del crecimiento de cada persona. Se puede seguir hablando, obviamente, de sistemas, estrategias, áreas, niveles, proyectos, variables y fórmulas, etc., más o menos conven– cionales, para responder al reto educativo del hombre conforme pide ser afrontado en las diversas etapas y situaciones de la vida. Pero todo esto forma parte del gran capítulo organizativo y de medidas operativas con- blea plenaria del Episcopado francés, Lourdes 1971, Madrid 1976, p. 25 ss.; Julio DE LA TORRE, Lo statuto filosofico del nuovo, en AA.VV ., JI problema del nuovo ne/la teología morale, Roma 1986, p. 32 ss. 10 Erich FROMM, El amor a la vida, Barcelona 1985, p. 222.

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