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38 Con el viento me voy El mundo se abre como un libro, un libro inmenso. Ojos y espíritu se alejan por los caminos donde habita el viento. En la mañana y en la tarde atisbo, por donde quiera, múltiples secretos. Con el viento me voy, dulce errumbeo, a todo lo que es, vibra o respira definitivamente abierto; la lejanía inmensa, el castillo roquero, el pinar, el rastrojo, la ciudad y, agazapado, el pueblo ... Pararse, contemplar desde el camino y tenerle respeto al árbol, al arroyo, al pájaro, al silencio. La vida no se para. Caminamos por las rutas larguísimas del cielo sembrando nuestros pies en tierra llana, de cansancio deshechos.