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«Tengo sed» («Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: -« Tengo sed» ... Jo. 20-28). 166 Dijiste: «¡Tengo sed!». Yo nunca la he tenido como Tú. Sed física. Otros sí. Dicen que sal y fuego con cristales rajan los labios, queman las venas. Que la garganta queda como un desfiladero polvoriento, y la palabra, apenas como papel de estraza, se pega al paladar y se estrangula ... Dijiste: «¡Tengo sed!». Qué humanísimo eres «hombre-Dios». ¡Tan sólo y hombre!, que se queja y duele clavado en hambre y sed con fuerza apenas para suplicar dos gotas de rocío para la rosa muerta de su boca.

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