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Como a Asís bendijiste desde lo alto de un risco, bendice hoy a León, buen hermano Francisco. «Bendita ciudad seas por la luz que te inunda, por tus cristianas gentes, por tu tierra fecunda. Por la oración que asciende en piedra y catedral, por ella nunca veas en tus calles el mal. Por el sol de la tarde que tus plazuelas dora y por San Isidoro que el Sacramento adora. Porque es luz y estrella, guiando tu destino, Nuestra Señora y Madre, la Virgen del Camino. Bendita, ciudad, seas por tus cien misioneros, por los chopos cantores que orlan tus linderos. Por mis hijos los frailes, los Terciarios seglares, por mis humildes monjas. Por los muchos millares de creyentes sencillos que saben de memoria la historia de Jesús y mi pequeña historia ... Sin contar la alegría de parques y terrazas, San Marcos, rosaledas, mercadillos y plazas. Por tu histórica gloria, por tu modernidad ... ¡ Bendito León seas, bella y santa ciudad!». 161