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En la escuela del día Fui a la escuela del día y me perdí en el alba; como un doctrino me senté en los bancos de niebla. La mañana ángeles tenía que a la imprecisa luz revoleaban. Deletreaba el sol alburas por las montañas; y mirando aprendí o recomendar a mis ojos la luz, paz a mi alma. Fui a la escuelo del sol y me perdí en el alba. Cuando bajé a la calle, en prisas la ciudad marchaba: hombres sin «buenos días», presurosos de tiempo y de programas, la mirada sin luz, tal vez, el alma. Consentía el verano ya su sombra al árbol y pintaba claroscuros en el parque y estrellas y fulgores en el agua. 9