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Mar de mí mismo De papel un barquito construía, lo echaba a un charco y con la mano, luego, agitaba tormentas como un juego... , ¡y un dios, cuando era niño, me creía! Hombre ya, voy cruzando -vida y alma– por mares interiores y abisales. ¡Ay!, ¿quién mueve pasiones, brisas, sales, redondos soles, mareaje o calma .. ? El barco de papel se hundía al fin; era yo, implacable, un dios tan ruin que gozaba el naufragio de mi invento. Mi alma de hombre --amor pasión- navega, mar de mí mismo, gana viento y llega. Un Dios-Bondad la guía a barlovento. 115