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LA ESPERANZA CRISTIANA 65 servada en el cielo ( Col., 1, 5), y que debéis es– perar con inmutable confianza" (35). Nuestra unión con Cristo Es esta unión motivo máximo de nuestra esperanza, no porque haya que anteponerla al amor de Dios Padre y a la Redención de Dios Hijo y a la Comunicación de Dios Espíritu San– to y a la Fidelidad de Dios a sus promesas, si– no porque Cristo rPcapitula a todos los otros, ya que por Cristo, con Cristo y en Cristo te– nemos toda nuestra esperanza de gloria. Ahora bien, Nuestro Señor Jesucristo inicia, de hecho, nuestra unión con El en el Santo Bautismo "mediante el lavatorio de la regene– ración y la renovación del Espíritu Santo" (36), y por esta doble operación nos hace hijos de Dios y herederos del cielo; conserva esa misma unión con las gracias ordinarias que nos con– cede; y la aumenta y perfecciona con la recep– ción de la Santa Eucaristía por la cual "el que come su carne y bebe su sangre tiene la vida eterna y El le resucitará en el último día" (37), y consuma nuestra unión con El en el cielo con la visión beatífica, o sea, con la posesión de Dios por toda la eternidad. (:l5) P. T. DE OR3ISO., o. e . p. :l.í. (:lG) Tít., a, 5. (:Ji) Cf. / oh., 6, 54-5i.
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