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(H P. JFSTO DE VILLARES, O. F. llI. no legítimos. Por otra parte, hemos tenido a nuestros padres carnales que nos corregían, y nosotros los respetábamos; ¿no hemos de so– meternos mucho más al Padre de los espíritus, para vivir? En efecto, aquéllos, según su pru– dencia, nos corregían para proporcionarnos una felicidad de pocos días ; pero Este, mirando a nuestro provecho, nos corrige, para hacernos participantes de su santidad. Ninguna correc– ción parece por el momento agradable, sino dolorosa; pero al fin ofrece frutos apacibles de justicia a los ejercitados por ella" (34). Después de referir el P. Teófilo de Orbiso las sentencias del Apóstol que dejamos copia– <: l.as, exclama: "¡ Qué palabras tan consolado– ras! Nuestras ansias de vivir la verdadera vi– da, de participar de la santidad y felici– dad de Dios, se convierten en dulce es– peranza de que lleguen a ser una realidad; pues con la paciencia y sumisión entramos en el plan de Dios, que con la corrección y el cas– tigo nos prepara para el premio. Por eso nos dice en otro lugar: "La paciencia os es necesa– ria, para que cumpliendo la voluntad de Dios, alcancéis la promesa. No perdáis vuestra con– fianza, que tiene una gran recompensa" (Heb., 10, 35 s.). Tolerad los males por Cristo, anima– dos con la recompensa grande que os está re- (:l4) Heb., 12, 5-12.

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