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LA ESPERANZA CRISTIANA 61 nuestros mayores ya premiados con el cumpli– miento de las promesas divinas esperadas, con el fin de que también nosotros nos animemos a esperar idéntico premio. A los reyes de J udá proponía el Señor por medio de sus profetas la vida y virtudes del Rey David, a fin de que se le asemejaran vi– viendo su vida y practicando sus virtudes. Y, cuando se habían asemejado al gran Rey, el Espíritu Santo les hacía este magnífico elo– gio: "Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé ... Se durmió con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David" (27). La madre de los siete mártires macabeos animaba al hijo menor a sufrir el martirio con estas palabras: "Ruégote, hijo, que mires al cielo y la tierra, y veas cuanto hay en ellos, y entiendas que de la nada lo hizo todo Dios, y todo el humano linaje ha venido de igual mo– do. No temas a este verdugo, antes muéstrate digno de tus hermanos, y recibe la muerte, pa– ra que en el día de la misericordia me seas de– vuelto con ellos" (28). El Apósto,l San Pablo exhorta a los He– breos cristianos a copiar en sí mismos las vir– tudes de los padres, que gozan ya de la Biena– venturanza, después de aguardar por tanto tiem- (27) 2. 0 Reyes, 15, :3, 7. (28) 2. 0 Mac., 7, 28-29.
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