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56 P. JUSTO DE VILLARES, O, F. M lo Timoteo le escribe esta profecía o promesa: "Verdadera es la palabra: Que si padecemos con El, también con El viviremos. Si sufrimos con El, con El reinaremos. Si le negamos, tam– bién El nos negará. Aun si no, le fuéremos fie– les, El permanecerá fiel, que no puede negarse a Sí mismo", faltando a la promesa (19). "En la Carta a los Hebreos presenta San Pablo, aún con mayor claridad, cómo la promesa de Dios es· garantía de la esperanza: y cómo Dios, pa– ra que esa garantía sea más segura y nuestra esperanza más firme, acomodándose a las cos– tumbres humanas, confirma su promesa con juramen~o" (20). He aquí cómo razona el Após– tol: "Cuando Dios hizo a Abraham la promesa, como no tenía ninguno mayor por quien jurar, juró por Sí mismo, diciendo: "Te bendeciré abundantemente, te multiplicaré grandemen– te". Y así perseverando en esperar, alcanzó la promesa. Porque entre los hombres suelen ju– rar por alguno mayor, y el juramento pone en– tre ellos fin a toda controversia y les sirve de garantía. Por lo cual, queriendo Dios mostrar solemnemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad d1; su consejo, interpuso el juramento, a fin de que por dos cosas inmuta- (lDJ 2. 0 Tim., 2, 11-1:L (20) P. T. DE ÜRBISO, () F. l\L Cau. [_os m,;tivos de la esperanza en ·s. Pablo, p. 30.
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