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LA ESPERANZA CRISTIANA 53 cho, sino por su misericordia, nos salvó mediante el lavatorio de la regeneración y re– novación del Espíritu Santo, que abundante– mente derramó sobre nosotros por Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos de la vida eterna según nuestra esperanza" (13). La Iglesia Nuestra Madre dirige al divino Consolador esta estrofa de la Secuencia de Pentecostés: "Da a tus creyentes súbditos que sólo en Ti confían el septiforme Don. Danos preciosos méritos, danos dichoso tránsito, y eterno galardón. Amén.-Aleluya. La fidelidad de Dios Entre las muchas y magníficas promesas que Nuestro dulcísimo Salvador hizo a los mor– tales, merecen toda nuestra atención estas tres: el perdón de los pecados, la ayuda de la gracia para cumplir su santa Ley y la posesión de la v;ida eterna. El perdón de los pecados lo prometió el mismo día de su resurrección gloriosa. Convie- (la) Tit., 3, 4-7.
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