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LA ESPERANZA CRISTIANA 4¡ mundo, que le dio a su Unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna" (1). Por la lectura del verso que precede al que he copiado sabe– mos que Dios Padre nos dio a su Unigénito Hijo para que muriera por nosotros en la Cruz, pues dice el Señor : "A la manera en que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que creyere en El tenga vi.da eterna" (2). Ahora bien, si Dios Padre nos dio a su Hijo. al Hijo de su amor, para que muriera por nos– otros y fuera nuestra "propiciación por la fe en su sangre" (3), ¿qué no podemos esperar de El? ¿No tenemos en esa donación la prueba más fehaciente de que está por nosotros? "Y si Dios -diré con San Pablo- está por nos– otros, ¿quién contrn. nosotros?". "El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con El to– das las cosas? ¿·Quién acusará a los elegidos de Dios? Siendo Dios quien justifica, ¿ quién condenará". La víspera de su pasión y muerte hizc el (l) /oh., 3, 16. (:!) Rom., 3, 25. (:l) Rom., 8, 31-32

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