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P. JUSTO ";JE VILLARES, O. F. M. el lema de la esperanza se compendia en esta palabra: "Excelsior", "Más arriba", o en estas dos del Prefacio de la Santa JV[isa: "Sursum corda", "Arriba los corazones". Sí; la esperan– za cristiana, iluminada por una fe viva, no sa– be de miedos ni mezquindades, ignora los respe– tos humanos y el qué dirán de los hombres. Nunca mira atrás, al pasado; sólo atiende al fu– turo, a lo que falta por conquistar. Confiada en la bondad y omnipotencia de Dios, no se arre– dra ante las dificultades ni teme los peligros; únicamente pone los ojos en el beneplácito divi– no, en el acercamiento a Cristo, en el logro de la eternidad. Solicita una joven entrar en un convento. La Superiora le presenta todas las dificultades que le pueden ocurrir en el claustro. La joven contesta: "Madre, "en la celda tendré un Cru– cifijo?". "Sí, hija, sí, tendrás un Crucifijo", res– ponde la Superiora. "Pues, entonces -añade la pretendiente- con eso me basta para ser feliz". La esperanza cristiana es también vida pa– ra las almas, pero vida sobrenatural, porque las impulsa a producir obras de caridad, de celo, de humildad, de paciencia, de abnegación, de magnanimidad... Sí, la fuente viva de ener– gía que la esperanza causa en las almas se derrama en obras de vida sobrenatural. Y, a la verdad, ¿ quién sino la esperanza de un fu-

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