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22 P. JUSTO DE VILLARES, O. F. M. La esperanza "cristiana" Cuando se menciona la virtud de la espe– ranza, de ordinario se le agrega el calificativo de cristiana. La razón de esa costumbre nos la da San Pablo en cinco sentencias que bre– vemente vamos a explicar: En la primera afirma el Apóstol que "Cristo Jesús, Nuestro Salvador, (es) esperan– za nuestra" (4). Y lo es, porque El con su vida, pasión y muerte fue la causa meritoria de nuestra esperanza y por el Santo Bautismo nos la infundió juntamente con la gracia santifi– cante. Fuimos bautizados "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (5). Quiere decir que Cristo en el Bautismo fue causa eficiente de nuestra esperanza. Además, el mismo Cristo es quien conserva y aumenta la esperanza en nuestra alma con sus auxilios, máxime con la Santa Eucaristía "que es e] viático de la eternidad" y la prenda segura de salvación. Así nos lo asegura la Iglesia en la antífona de las segundas vísperas del Oficio Divino del Corpus: "¡ Oh sagrado convite -di– ce- en el cual se nos da prenda cierta de la gloria futura!". (4) 1. 0 Tim., 1, l. (5) M at., 28, 19.

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