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212 P. JUSTO DE VILLARES, O. F. M, ¡ Oh, esperanza! , hermosa virtud cristiana, yo te invoco, a fin de que todos te amemos y practiquemos y consigamos los tesoros de los bienes sobrenaturales que a las almas se les siguen de tu posesión. Porque tú eres la alegría de los tristes, la fortaleza de los débiles, el am– paro de los abandonados, la riqueza de los po– bres, el camino de los viandantes, el descanso de los fatigados. ¡ Oh, esperanza! , hermosa virtud cristiana, que tienes por primer acto el deseo del cielo, y por objeto propio y primario la posesión del mismo ; acompáñanos en el destierro hasta lle– gar a nuestra patria del cielo donde tú desapa– recerás para nosotros quedar colmados en Cris– to Jesús. Así sea.

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