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LA ESPERANZA CRISTIANA 205 Es esta una de las verdades más consolado– ras de nuestra bendita religión. ¡ Oh, q_ué di– cha la nuestra saber por la fe que la Madre de Dios es nuestra Madre! Fundado en esta dicha exclama San ~uenaventura: "¡ Canta con gran confianza y regocijo, alma mía! Yo me alegraré y saltaré de gozo, porque mi causa la han de sustanciar Jesús, mi hermano, y María, mi Madre. Porque, aunque Jesús es también mi Juez, la Madre de mi Juez es mi Madre". ¡Oh, cuántos cristi.anos se han salvado por la interce– sión de esta Madre amantísima ! La Mediación universal de la Santísima Vir– gen es una consecuencia necesaria de la verdad anterior. Y, a la verdad, siendo nuestra Ma– dre, ¿podrá mostrarse indiferente hacia nues– tra Salvación? Afirmar lo contrario sería in– ferirla la mayor injuria. Todos los títulos de la Salve nos predican esta prerrogativa, que hoy es una verdad próxima a ser definida por la autoridad eclesiástica, la cual ha manifes– tado bien claro cuál es opinión sobre ella en la Misa y Oficio Divino que ha impuesto a to– da la Iglesia. Los Santos Padres y Doctores de la Iglesia también han confesado esa verdad. En las se– gundas lecciones del Oficio Divino de la Me– diación dice San Efrén a la Santísima Virgen: "Oh, Señora mía, Santísima Madre de Dios, Tú eres el piélago inexhausto de los divinos

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