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LA ESPERANZA CRISTIANA 201 el fruto de tu vientre" (3). En este hecho es de notar la simultaneidad del sonido de la voz de María y los saltos del niño Juan. María saluda y Jesús da al mismo tiempo la gracia. Los Santos Padres y Doctores de la Iglesia participan de los mismos sentimientos de la Santa Iglesia Católica y del Santo Evangelio. Así San Efrén saludaba a Nuestra Señora con esta salutación: "Dios Te salve, oh esperanza de mi alma, oh salud cierta de los cristianos, oh ayuda de los pecadores, defensa de los fieles y salud del mundo" (4). San Basilio nos ad– vierte que después de Dios no tenemos otra esperanza que María, y por eso la llama nues– tra esperanza después de Dios (5). ¿ Y qué de– cir del Mariófilo San Berrw.rdo? El Doctor me– lífluo la apremia a socorrernos con este ruego: "Señora, no dejéis de acogernos y admitirnos bajo el manto de vuestra protección, ya que después de Dios no tenemos otra esperanza" (6). De los testimonios citados de los Santos Pa– dres y Doctores de la Iglesia se deduce clara– mente en qué sentido llamamos a la Madre de Dios "esperanza nuestra". No en sentido abso– luto, necesario, formal, porque esto solamente (:i) Le., 1, 41-42. (4) De laudibus Sr!lliac lf. Virginis. (5) Citado por San Ligorio, «GlQrias de i\íaría». (6) Conc. 3, de Conc. Virg.

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