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VII LA VIRGEN MARIA, "ESPERANZA NUESTRA" La mayor garantía de acierto que tenemos los católicos en materia de fe y costumbres, es el testimonio de la Santa Madre Iglesia. Y esto no solamente por medio de las decisio– nes solemnes de los Sumos Pontífices y Conci– lios Ecuménicos, sino también por la oración y la Sagrada Liturgia, según aquella regla de fe: "La ley de orar es la ley de creer". Ahora bien, la Santa Iglesia Católica dirige a Nuestra Señora, la Virgen María, en la ple– garia de la "Salve Regina" esta salutación: "Esperanza nuestra, Dios te salve". Y la mis– ma Santa Iglesia aplica en su Liturgia a la Madre de Dios esta alabanza de la Sabiduría Encarnada : "Yo soy la Madre del amor puro, del temor, de la ciencia y de la Santa Espe– ranza" (1). El himno de Maitines del Oficio de Nuestra Señora, Reina de los Frailes Menores, comienza con esta estrofa: "Esclarecida guarda de las vírgenes, Intacta Madre de Dios, Puerta del palacio celestial, Nuestra esperanza, gozo del cielo" (2). (1; Ecco., 24, 24. (2¡ Breviar. Romano-Seraiih, 15 decembr.

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