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LA ESPERANZA CRISTIANA 18\l Hemos, pues, de esforzarnos por mantener pura nuestra conciencia, a fin de que gocemos ya en la tierra de la di.cha de las almas puras, que es ver a Dios en todos los acontecimientos humanos y disfrutar de antemano de la paz y conformidad con la voluntad de Dios. Que es prenda de la paz de la gloria, premio de la es– peranza. El ejercicio de la esperanza Hemos de trabajar por que todos nuestros pensamientos y afectos. sean del cielo, por que nuestras conversaciones s.e dirijan a exhodar a los demás, a suspirar por los bienes ultrate– rrenos y por que nuestras buenas obras sean merecedoras de las promesas de la eterna Bienaventuranza que paciente y alegremente aguardamos.. Hagamos frecuentes actos de es– peranza, porque del mismo modo que leyendo se aprende a leer, del mismo modo esperando se aprende a esperar. El Espíritu Santo maravillosamente nos adiestra en este ejercicio con las innumerables exhortaciones que a ese fin nos dejó escritas en los Libros Santos., sobre todo en los Libros Sapienciales del Antiguo Testamento y en las Epístolas de San Pablo. Noventa y cinco veces aparece escrita en esos Libros Santos la pala– bra "esperanza". A continuación copiamos

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