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LA ESPERANZA CRISTIANA 185 y el reino de Dios, al punto, como movido por el espíritu del Señor, exclamó: "Esto es lo que yo quería, esto es lo que yo buscaba, y esto con todo mi corazón deseo cumplir". Re– bosando espiritual contento, trata de llevar a cabo con presteza el saludable consejo, y, sin admitir dilaciones, pone devotamente en prác– tica lo que ha oído. Desnuda sus pies del cal– zado, arroja de sus manos el báculo, y, conten– to con una sola túnica, cambia la correa por rústica cuerda, etc." (25). He aquí, amado lector, la transformación espiritual que obró la lección de los Libros Santos en estos dos Santos Patriarcas. Imite– mos, pues, estos dos ejemplos y aprovechémo– nos de la lección de los Libros Santos para fomentar nuestra esperanza. La pureza de concienca Nada inspira más confianza y deseo de Dios que la buena conciencia, o sea, la amistad con El. El amigo verdadero ansía ver, conversar y permanecer en compañíá del amigo. San Juan Evangelista expresa este pensamiento con este hermoso razonamiento: "Carísimos, si nuestro corazón no nos arguye, podemos acudir a Dios, y si pedimos, recibimos de El, porque guarda- (25) º· c., pp, 299-300.

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