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182 P. JCSTO DE VILLARES, O. F. M. pérdida de los Libros Santos hasta el adveni– miento al trono del piísimo rey Josías. Porque sucedió que, urgiendo este soberano la reparación del Templo, el Sumo Sacerdote Releías encontró en, la Casa del Señor, como si dijéramos, detrás del Altar, el Libro de la Ley de Moisés, lo dio a Safán, Escriba, y éste lo leyó delante del rey. Este, oyendo lo que mandaba Dios en su Ley y los castigos con que amenazaba a los transgresores de Ella, rasgó sus vestiduras y temió al Señor. Luego mandó congreg'l.r al pueblo en Jerusalén, a fin de que escuchara la lectura del Libro encontrado en el Templo. El pueblo, escuchando el contenido de El, se llenó de santo temor, lloró sus extra– víos, prometió la enmienda. El Rey puesto en pie renovó el pacto hecho por sus padres en el desierto, persiguió a muerte la idolatría, repa– ró el culto y floreció en todo el país la piedad y la Yida espiritual de los israelitas (22). Parecido fue el caso que aconteció en los días de Esdras y Nehemías. Mientras el pue– blo de Judá permaneció en la cautividad de Babilonia y en los primeros años de la vuelta a Tierra Santa, olvidó la Ley y las Ceremonias del Señor, con lo cual las creencias y las cos– tumbres más que de hijos de Dios eran de (22) 2. 0 Ry. ce. 21-23.

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