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14 INTRODUCCIÓN lla inspirac1on que interi.orme:nte te enseña aquello que los hombres no saben expresar; y ya que al presente no puedes verla, tu anhe– lo sea desearla siempre". "Toda la vida del buen cristiano se reduce a un santo deseo. Lo que deseas, no lo ves aún, pero con el deseo te dilatas para ser colmado cuando venga la visión" (9). Al estado en que se encuentra el hombre al presente o mientras está en el "camino", le llaman los teólogos "estado de viador" -de 2a– minante-, en oposición al "estado de compre– hensor" o de término. Los que estamos aún en el mundo somos "viadores" o caminantes, por– que todavía no hemos alcanzado el término, el fin, el cielo. Los que están en la gloria son "comprehensores", porque ya obtuvieron la po– sesión del objeto de la esperanza, la eterna Felicidad. Ahora bien, Nuestro Señor Jesucristo dijo en el Santo Evangelio y precisamente cuando estaba para partir del mundo al Padre: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ; nadie viene al Padre sino por Mí" (10). Esto signifi– ca que en nuestro caminar por la vida, si que-' remos lograr la plenitud de nuestro ser o el fin para que fuimos creados, tenemos que es- (U) Cf. Kempis Agustiniano, pn., 1· 0 21:n. (10) / oh., 14, 6.
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