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LA ESPERANZA CRISTIANA 167 nuestro tiempo son estas cuatro: Angustia eco– nómica, angustia política, angustia bélica y an– gustia cristiana. La angustia económica reconoce como cau– sns determinantes: El problema del saictrio, insuficiente muchas veces en no pocos estados, para satisfacer de– corosamente las necesidades más perentorias del obrero o empleado modesto. El Papa cla– ma con frecuencia por la resolución pronta de este problema, a fin de que el trabajador ten– ga un mínimum de comodidad en el alimento, en el vestido y en la ho.bitación. En gran nú– mero de hogares se verifica la misma escena que un obrero expuso al señor Obispo de Palen– cia, don Manuel González, diciendo: "Señor Obispo, en mi casa no hay pan". EL problema de la vivienda no es menos acuciante que el precedente casi en todas las naciones y ciudades, cuando buen número de· familias se cobija en tugurios antihigiénicos e indignos de seres racionales. El descuido o de– ficiente solución de estos problemas origina otros mayores, como son: el odio de clases, el rencor, la limitación de la natalidad, etc. Imposible predicar a estas angustiadas gen– tes la asistencia a misa, la audición de la pa– labra divina, la confesión, etc ... , porque tal vez escuchéis estas o parecidas expresiones que
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