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LA ESPERANZA CRISTIANA lfüj para fortalecer el sentimiento de la existencia, porque al concentrarnos y retorcernos interior– mente, nos revela nuestro existir, pone en car– ne viva la realidad de nuestra existencia". Don Miguel de Unamuno leyó y meditó con asiduidad las obras del iniciador de la filosofía de la angustia y de la desesperanza y de esa asidua lectura y meditación salió aprovechado discípulo suyo. Como él fue también una pa– radoja viviente y un espíritu de contradicción; y como Kierkegaard vivió torturado toda su vida en busca de la verdad tranquilizadora de su espíritu y la verdad huyó de él. * * * Entre los discípulos de Kierkegaard, tene– mos que contar a Martín Heidegger. Según es– te filósofo existencialista, la Angustia es el fac totum: Todo sale de ella, todo es revelado por ella y todo es vivificado por ella. De Heidegger escribe M. F. Sciacca: Para el filósofo existencialista "la angustia prueba precisamente la sustancialidad de la nada: el ser, como la nada que es. Nos lanza a la nada para liberarnos de los ídolos de la existencia mundanizada, de la referencia infinita del tiempo de los relojes, y pide a la existencia que se renueve a sí misma. Mientras el pensamien– to nos dice: de la nada nada se hace, la an-

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