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12 INTRODUCCIÓN la vida es la de un "peregrino" que se dirige a su Patria, porque no teniendo asiento per– manente aquí en la tierra, va hacia la morada "hecha por Dios eterna en los cielos" (7). Por lo mismo, el hombre está en "camino" y se endereza hacia un fin detevminado, hacia un mundo mejor, hacia la meta señalada por el Padre celestial, que no es otra cosa o_ue la consecución de la plenitud de su ser, o sea, de la eterna Bienaventuranza. Esto se entien– de, si el hombre fue bueno, si cumplió los mandamientos de la ley de Dios; porque de lo contrario, no solamente no logrará la oleni– tud, la eterna dicha, sino que recibirá la eterna condenación, el supremo fracaso de su existen– cia, ya que, como dijo Jesús a Judas: "¡Desdi– chado de aquél por quien el Hijo del hombre será entregado! ; mejor le fuera a ese no ha– ber nacido" (8). La condición del hombre en el "camino" de la vida hacia el logro de su último fin es tra– bajosa, pero no desesperante; es ardtn, mas no imposible. El medio que el Creador le ha otorgado, con el fin de que se manteng3- firme y sin desmayos en su divino servicio, es la virtud de la esperanza, apoyada en la verací– dad de Dios que no puede engañarse ni enga- (7) 2.0 Cor .., 5, 1-:21. (8) 11/ at., 26, 24.
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