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154 P. Jl'STO DE VILLARES, O. F. M. nuestras liviandades, porque ésta es nuestra porción y nuestra suerte" (2). Este craso materialismo, condenado por el Espíritu Santo en los dos lugares referidos, ha existido en todo tiempo en mayor o menor es– cala en la sociedad, pero en nuestros días es más intelectual y refinado. Los dos últimos Papas lo han reprobado en varios documentos públicos. El valiente y denodado paladín de la vida sobrenatural de los pueblos, Pío XI, le llamó "lacra de la sociedad" por los muchos daños que ha causado "en la vida común, en la fa– milia, en la sociedad", pervirtiendo el sentido de la dignidad de la persona humana, de la ino– cencia de vida, de la obligación de obedecer, de la ordenación divina de la sociedad, del sa– cramento del matrimonio y de la santidad de la familia cristiana (3). El mismo Sumo Pon– tífice exhortó a los señores Obispos a "oponerse como muro por la casa de Israel" (4), contra el espíritu materialista de la vida que se ha infiltrado "en política, en hacienda, en la mo– ralidad, en las ciencias, en las artes, en el Es– tado, en la sociedad civil y doméstica, en Orien- (2) Sab., 2, 1, 6-9. (3) Ubi arcano, n. 20, p. 1.012. Colección de E11cí clic as, 1948. (4) Esech., 13, 5.
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