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BS P. J1iSTO DE VILLARES, O. F. M. Terminamos este tema recordando que hay dos casos frecuentes de desesperación: "l.º De– sear la muerte por cansancio de la vida: Este deseo sería pecado si fuera con rebelión y en– fado contra la Providencia, pero no, si se de– sea con humilde sumisión a la voluntad de Dios. 2.º Desear no haber nacido, sería de su– yo pecado, pero, de ordinario, es un modo de manifestar la pena del alma. La presunción Consiste la presunción en "la temeraria con– fianza de obtener la Bienaventuranza por me– dios no ordenados por Dios". Con el fin, también, de que mis lectores conciban un grande horror al pecado de pre– sunc1on, quiero copiar algunas sentencias de Pieper sobre la presunción en la obra tantas veces citada. "La presunción es contraria a la esperanza, porque afloja la tensión del alma hacia el ob– jeto de su deseo y se entrega a mitad de cami– no, a la descansada seguridad de la posesión, porque le parece al hombre que ya ha alcan– zado el objetivo, que en realidad pertenece aún al futuro y es "penoso". La presunción es una "falsa semejanza" de la esperanza. San Agustín la llamó "esperanza pervertida".

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