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LA ESPERANZA CRISTIANA 147 no se puede esperar lo que no se conoce. Y la fe es la que nos da a conocer la eterna bien– aventunmza, según la definición que el Apóstol San Pablo nos ha dado de la fe en su Epístol& a los Hebreos, diciendo: "Ahora bien; es la fe la firme seguridad de lo que esperamos, la convicción de lo que 110 vemos" (10). La fe e;; el fundamento de la esperanza. Los remedios contra este mal son los si– guientes: Lo primero, dejar el pecado, pues ninguno que vive bien se desespera. Dejemos e1 vicio y no nos acometerá la tentación de la desesperación. Lo segundo, hay que reforzar el alma con la recepción de los Santos Sacra– mentos que son ios canales misteriosos por los cuales Nuestro Señor Jesucristo nos e:omu– nica el agua viva de la gracia que salta hasta la vida eterna. Aquí vale lo que cantó el Sal– mista: "Volveos todos (los pecadores) a El (al Señor) y seréis alumbrados, y no cubrirá el oprobio vuestros rostros" (11). Lo tercero es la lectura de las parábolas de la divina misericor– dia: la oveja perdida, el Hijo Pródigo... Lo cuar– to la vigilancia. Escribe Pieper: "La tE:ntación de la "acidia" y de la desesperación se vence únicamente con la vigilante resistencia de UD.a mirada penetrante y atenta" (12). (lü) H eb., 11, 1. (11) Ps. aa, 6. (12) PIEPER, o. c., p. 66,

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