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INTRODUCCIÓN 11 con dos monedas de diferente cuño, "el de este mundo y el de Dios Padre". Este sentimiento cristiano de continuo ca– minar por la senda de la vida está muy con– forme con la naturaleza humana, pues el hom– bre no fue formado por el Señor para morar en la tierra de un modo estable, sino para para vivir en ella de paso, como forastero, con la mirada puesta en su destino eterno. Dice el Espíritu Santo en el Libro de la Sabiduría que el hombre "fue creado para la existen– cia" (G). Y si ahora muere, es sólo en cuanto a la parte material y no de una manera defini– tiva, sino transitoria y como una pena impues– ta por Dios por el pecado de origen. Por eso el camposanto, donde los restos mortales del hombre se convierten en el polvo de que fueron formados, se llama "Cementerio" -es decir– lugar donde yacen los que duermen en espera de la resurrección 1miversal de la carne, en la cual, según las enseñanzas de nuestra fe, ~0dos los hijos de Adán han de resucitar con los mis– mos cuerpos y almas que tuvieron. Esta gran ver11ad cristiana niega la "angustiosa filosofía existencial", la cual afirma, sin otro aditamen– to, que la existencia humana es para la muerte. No; la actitud cristiana del hombre durante (G) Sab., 1, 14.
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