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1,.10 P. Jl STO DE VILLARES, O. F. M. Las causas de esa omisión culpable del acto de esperanza son la falta de fe o de vida de fe viva, por lo cual no levantamos los ojos arriba, a nuestra Patria y nos pegamos a las cosas de la tierra ; · el no escuchar frecuente– mente la palabra de Dios de labios del sacerdo– te que nos recuerde las promesas de la vida futura y sus riquezas sobrenaturales para· las cuales hemos sido criados; la negligencia en la instrucción religiosa. Se lee poco, muy poco, entre los católicos de materias espirituales. An– tiguamente en los hogares cristianos se leían el Nuevo Testamento, el¡ Flos Sanctorum y otros libros formativos de una sólida piedad. La gravedad de este pecado es indecible, porque es la causa de otros muchos. La omisión del actó de esperanza lleva a la anemia reli– giosa. Enorme pecado, equivalente al menos– precio de Dios y al encogimiento de hombros del hombre indiferente y despreocupado por las cosas del más allá. En este pecado incurren los cristianos que por pereza y desidia no :re– zan por la mañana y demás horas de costum– bre en el pueblo de Dios. Estos tales merecían el saludo que un mu– sulmán dirigía todos los días a un capitán fran– cés: "¡ Perro cristiano!". Cansado el caballero de la Legión francesa del cotidiano insultó de labios del argelino y pidiéndole razón de él, escuchó e'sta contestación: "Sí, hombre, sí;
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