BCCCAP00000000000000000000538

1:lG P. JCSTO DE VILLARES, O. F. M. cuantas esperanzas de promesas mundanas po– see y compra ese campo y lo cultiva con esme– ro y a sus solas lo goza. Es también nuestra segunda virtud teologal una perla preciosa que el mercader del reino de los cielos, el cristiano que la ha buscado y hallado, va, vende cuantas cosas terrenas tie– ne, y adquiere esa perla, y con sola su pose– sión es feliz (11). El puede decir con el Sabio: "Invoqué al Señor y vino sobre mí el espíritu de la sabiduría, La santa esperanza, y la pre– ferí a los cetros y a los tronos, y en compara– ción con ella tuve en nada la riqueza. No la compararé a las piedras preciosas, porque todo el oro ante ella es un grano de arena, y como el lodo es la plata ante ella. La amé más que a la salud y la hermosura, y antepuse a la luz su posesión, porque el resplandor que de ella brota es inextinguible. Todos los bienes me vi– nieron juntamente con ella, y en sus manos me trajo una riqueza incalculable. Yo me gocé en todos estos bienes, porque es la sabiduría (la esperanza) quien los trae, pero ignoraba que fuese ella la madre de todos" (12). Y con todo derecho podemos apropiar a la esperanza estas excelencias que el Sabio tribu– ta a la sabiduría, porque "la esperanza es la (11) ;vfat., la, 41-45 (12) Sab ., 7, 7-1~.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz