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J:l2 P. JUSTO DE VILLARES, O. F. M. Todo esto dice el Venerable P. Luis de Granada contra los herejes de su tiempo y nosotros lo podemos decir de los desesperados y angustiados filósofos de nuestros días. Mien– tras ellos están en sus devaneos, nosotros de– seemos la vista y compañía de Nuestro Padre celestial, diciéndole con el real Profeta David: "Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vi– vo. ¿ Cuándo vendré y pereceré delante de Dios?" (13). Excelencia La esperanza cristiana, por ser una virtud teologal, es superior a todas las virtudes mo– rales: "religión, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y todas las demás que de ellas se derivan". El Apóstol San Pablo, haciendo el elogio de la esperanza, la antepone a la misma fe. De manera que la esperanza sólo cede la primacía en la vida cristiana a la caridad que es la reina de todas las virtudes '(1). San Pedro, llamado el apóstol de la espe– ranza, compendia en ella toda la religión ca– tólica. He aquí cómo se expresa acerca de la instrucción y valentía que debe tener el dis- (la) Ps. 41, a. (1) 1.° Cor., rn, rn.

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