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LA ESPERANZA CRISTIANA 131 de los. hombres que viven en tan triste des– amparo de Dios? Querría saber: los que de esta manera vi– ven, ¿con quién se consuelan en sus trabajos?, ¿a quién se acogen en sus peligros?, ¿ccn quién se curan en sus enfermedades?, ¿ a quién dan parte de sus penas?, ¿con quién se aconsejan en sus negocios?, ¿a quién piden socorro en sus necesidades?, ¿con quién tratan?, ¿con quién conversan?, ¿con quién platican?, ¿con quién se acuestan y con quién se levantan?, y finalmente, ¿ cómo pasan todos los trances de esta vida los que no tienen este recurso? Si un cuerpo no puede vivir sin alma, ¿có– mo un alma puede vivir sin Dios, pues no es menos necesario Dios para una vida que el alma para la otra? Y si, como arriba dijimos, la esperanza viva es el áncora de nuestra vida, ¿cómo osa nadie entrar en el golfo de este siglo tan tempestuoso sin el socorro de esta áncora? Y si la esperanza decíamos que era el escudo con que nos defendemos del enemigo, ¿cómo andan· los hombres sin este escudo en medio de tantos enemigos? Si la esperanza es el báculo con que se sostiene la naturaleza humana después de aquella general dolencia, ¿qué será del hombre flaco sin el arrimo de este báculo?" (12). (12) Obra Selecta. B. A. C., 1947 J-'P· 332-33'l

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