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II NECESIDAD Y EXCELENCIA DE LA ESPERANZA Necesidad De las tres piedras angulares sobre las cua– les descansa todo el edificio de la perfección cristiana a que hemos sido llamados por el di– vino Maestro, cuando dijo en el sermón de la Montaña: "Sed, pues, vosotros perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial" (1), una de ellas es la esperanza. San Agustín expresa esta misma idea con pocas, pero hermosísimas palabras: "La casa de Dios creyendo se cimien– ta, esperando se levanta y amando se perfeccio– na" (2). De modo_ parecido al gran Obispo de Hipona se explica el P. Prat, diciendo: "La fe comienza, la caridad consuma, y la esperanza es un lazo de unión" (3). En la Sagrada Escritura se nos inculca con muchísima frecuencia la necesidad de la es, peranza para obtener la gloria a que estamos destinados. San Pablo a la esperanza atribuye nuestra salvación: "En esperanza somos sal- (1) Mat., 48, (2) Ser. 27, c. l. ML., 33, 1-78. (3) Teología de San Pablo, II, p 378.

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