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LA ESPERANZA CRISTIANA 123 la esperanza, que siempre están sospechosos ; puesto que a todos se dice: Servid al Señor con temor y ensalzadle con temblor" (24). San Bernardo escribe como experimentado: "VeT– daderamente he aprendido que no existe me– dio más eficaz para renacer, retener y recu– perar la gracia, como no engreírse delante de Dios, sino estar temeroso. Teme, pues, cuando la gracia te sonríe ; teme cuando se marcha y teme cuando vuelva de nuevo: esto significa estar siempre temeroso" (25). Tenemos, pues, que temer. Mas, he aquí que hay tres grados de temor de Dios : servil, fi– lial y reverencial. El primero es bueno, pues, es el principio de la sabiduría o iniciación al amor de Dios o conversión y causado por el Espíritu Santo, pero es imperfecto, porque na– ce de la pena. El segundo es mejor, ya que nace del amor a Dios y es uno de los dones del Espíritu Santo. El tercero es óptimo, mas no es de este mundo, sino del cielo. Los án• geles tiemblan, mas no es por la pena ni por la culpa, sino por la reverencia, respeto y ve– neración que les infunde la majestad de Dios Ahora bien, el temor, propiedad de la espe– ranza, es el segundo grado, o sea, el filial y éste es el que hemos de fomentar en nuestra (24) Moral. lib., XX, núm. 8, \fL. 75, 140. (25) In Cant., serm. 54, 9; ML. 183, 1.042.
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