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LA ESPERANZA CRISTIANA 119 a la salvación" (15). San Agustín es todavía más ponderativo con esta prerrogativa de la esperanza. "Teniendo en el mismo (Jesucris– to) esperanza cierta y fija y verdadera, ¿a quién temeremos?" (16). Y en otro lugar dice el mismo santo: "Esperad firmísimamente lo que no veis; esperad pacientemente lo que aún no tenéis ; porque fidelísimamente retenéis a Cristo prometedor veraz" (17). Como todo lo que hemos dicho acerca de la firmísima esperanza se funda en la omnipoten– cia y bondad de Nuestro Padre celestial, en El nos hemos de recostar como niños, sabiendo que la confianza en esos dos atributos men– cionados es lo que más le agrada. Quiere que pensemos bien de su generosidad. Digamos con el Salmista : "Con Dios hare– mos proezas, y El quebrantará a nuestros ene– migos" (Ps. 107, 14). EL temor de Dios No obstante la firmísima certeza de la es– peranza cristiana, que hemos probado y que (15) In Heb., MG., G:,, 91 s. (rn) In Ps., 2(i enarr. 2, 3; ML. :l4. 200. (li) Serm. 157, 6; ML. 38, 862.
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