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118 P. Jl;STO DE VILLARES, O. F. M. la esperanza, a San Pablo. Certifica esta firmeza con esta especie de juramento: "Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de J esucris– to de entre los muertos, para una herencia in– corruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos, a los que por el poder de Dios habéis sido guardados me– diante la fe, para la salud que está dispuesta a manifestarse en el tiempo, oportuno. Por lo cual exultáis, aunque ahora tengáis que en– tristeceros un poco, en las diversas tentacio– nes" (13). También los Santos Padres, siguiendo las huellas de los libros sagrados, ensalzaron con las expresiones más encomiásticas la firmísima esperanza cristiana. San Juan Crisóstomo, co– mentando estas palabras del Apóstol: "Tene– mos (la esperanza) como segura y firme án– cora de nuestra alma" (14), escribe: "Así como el áncora colgada de la nave no la deja ser arrebatada por los vientos por muchos y fuer– tes que sean, asimismo la esperanza... Y no dijo simplemente el áncora, sino firme y es– table, para manifestar la seguridad de los que en ella (en la esperanza) se apoyan en orden (13) 1. 0 Pd., 1, 3-6. (14) Heb., 6, 18.

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