BCCCAP00000000000000000000538
LA ESPERANZA CRISTIANA 117 La confesión práctica de la firmísima espe– ranza en el Altísimo agrada tanto al Padre Celestial, que el profeta Jeremías, apellida bienaventurado al varón que de este modo se conduce con Yavé: "Bienaventurado el varón que confía en el Señor y en El pone su con– fianza. Es como árbol plantado a la vera de las aguas, que echa sus raíces hacia la cqrrien– te y no teme la venida del calor, conserva su follaje verde, en año de sequía no la siente, y no deja de dar fruto" (10). El Apóstol San Pablo tiene una frase ex– presiva acerca de la firmísima esperanza cris– tiana. Dice a los Romanos: "La esperanza no quedará confundida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por vir– tud del Espíritu Santo, que nos ha sido da– do" (11). Fundado en este derramamiento del amor de Dios en nuestros corazones y mucho más por la virtud del Espíritu Santo, se atre– vió el Doctor de las Gentes a formular esta atrevida sentencia: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (12). En razón de reconocer y aseverar la firmí– sima certeza de la esperanza cristiana no le va en zaga San Pedro, llamado el Apóstol de (10) / er., 17, 7-8. (11) Rom., 5, 5. (12) Fp., 4, 13.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz