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116 P. Jl'STO DE VILLARES, O. f. :U. La firmeza El Sagrado Concilio de Trento, explicando las propiedades de la esperanza cristiana con– tra las novedades malsanas de los protestan– tes, no solamente llama a nuestra virtud firme y segura, sino firmísima y, como tal, la impone a todos los fieles por este mandato: "Todos ~dice- deben colocar y reponer una firmísi– ma esperanza en el auxilio de Dios" y añade esta razón: "Porque Dios a los que una vez justificó con su gracia no los deja, si antes no es dejado por ellos" (7). Con esta declaración y mandato no ha he– cho el mencionado Concilio otra cosa que con– firmar con su autoridad infalible la verdad que tantas veces nos b:;t enseñado el Espíritu Santo en los Libros Sagrados, a saber, la firmeza o la firmísima certeza de la segunda virtud teo– logal. Oigamos con qué confianza canta el Sal– mista al Señor: "En Ti, Señor, he esperado ; no sea nunca confundido" (8). Y en el salmo 21 pone el real Profeta David este verso en boca del Mesías paciente: "En Ti esperaron nuestros padres, esperaron y Tú los librali– te" (9). (7) Sess., 6, epa. 13. (8) Ps., 70, l. (9) Ps., 21, 5.
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