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LA ESPERANZA CRISTIANA 115 de que nos instruya, gobierne y santifique, a Ella, a esa Madre hemos de amar, obedecer, honrar, defender y obsequiar con nuestro buen cornportamiento. J?or tanto, hemos de acatar sus órdenes y someternos a sus más mínimas insinuaciones. Que jamás tenga la Jerarquía eclesiástica que lamentar de nuestra parte desviaciones doctri– nales ni rebeliones a la disciplina. De esta ma– nera es como andaremos el "camino de nuestra peregrinaci.ón " o nuestro "estado de viadores" con todo acierto y llegaremos a la meta de la eterna Bienaventuranza. Démonos cuenta que el enemigo es muy astuto y se aprovecha de todas las ocasiones para sembrar la cizaña en el campo del Padre de familias. Así, pues, seamos sencillos y humildes corno los niños y ejercitémonos en la infancia espi– ritual bajo la dirección de Nuestra buena Ma– dre espiritual la Santa Iglesia Católica. Sea Ella la estrella polar que nos guíe a través del mar borrascoso de la vida en el cual tanta di– versidad de doctrinas erróneas se han filtrado. Para conocer esas doctrinas consultemos a la Iglesia, porque donde está la Iglesia, allí está Cristo.

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