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LA ESPERANZA CRISTIANA 111 en paz de este mundo a tu siervo". Y agrega en la Antífona: "Sálvanos, Señor, en el estado de vigilia, guárdanos durante el sueño: para que velemos con Cristo y descansemos en paz". En la 0ración suplica: "Tus Angeles habiten en <:sta morada y nos guarden en paz". Y ter– mina las Horas canónicas con estas tiernísimas súplic:;i.s: "Las almas de los fieles difuntos des– cansen en paz, Amén". "El Señor nos dé Ja paz y la vida eterna". En fin, la palabra paz está continuamente en los labios del sacerdote co– mo ministro de la Santa Madre Iglesia. El fi– naliza las letanías lauretanas con esta invoca– ción: "Reina de la paz, ruega por nosotros". Todo este empeño por obtener la paz que hemos visto en Nuestro Señor Jesucristo, en San Pablo y en la Santa Madre Iglesi,q nos acucia a rogar por la paz del mundo y a con– servarnos siempre en la paz del Señor. Para ello contra todas las angustias que apuntamos en el tF:ma de la alE:gría cantemos con la Doc– tora del Carmelo: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo fo alean.za ; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.

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