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11 O !'. Jt"STO DE \'ILLARES, O. F. M. Cáliz, saluda a los circunstantes con estas pa– labras: "La paz del Señor sea siempre con vosotros". Estando ya inminente la Comunión, se dirige el sacerdote a la Divina Víctima, y le dice directamente: "Cordero de Dios que bo– rras los pecados del mundo: danos la paz". Y termina el Celebrante su misión de intercesor en la Santa Misa, recordando a Jesucristo la herencia de la pa2 que dejó a sus Apóstoles, y en ellos a todos sus sacerdotes la víspera de su Pasión y Muerte: "Oh Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: la paz os dejo, mi paz os doy". En el Oficio Divino otras ocho veces pide la Iglesia la paz mediante sus ministros. En el "Benei:ictus" canta el sacerdote con Zacarías: "Por las entrañas misericordiosas de Nuestro Dios, vino el Sol naciente a visitarnos, para alumbrar a los que yacen en las tinieblas, y para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz" (30). En la Bendición de "PríTfl,a" dice el hombre de la paz a los acompañantes: "Dios omnipotente dirija en su paz nuestros días y nuestros actos". En el himno de ·'Sexta" canta el ministro de Dios: "Confiérenos la sa– lud de los cuerpos y la verdadera paz r3e los corazones". A "Completas" dice el sacerdote con el anciano Simeón: "Ahora, Señor, saca (:JO) I..c., 1, 79.
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