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LA ESPERANZA CRISTIANA !l\l San Pedro también escribió: "Cristo padeció por nosotros y os dejó ejemplo para que sigáis sus pasos" (9). Teniendo en cuenta tod;is estas ventajas de la paciencia cristiana, como fruto de la espe– ranza, ejercitémonos constantemente en ambas hasta hacer en ellas grandes progresos. A ese fin nos ayudará en gran manera la contem– plación de Nuestro Señor paciente y los traba– jos de los Santos. Miremos, pues, al pacientísimo Jesús en las agonías del Huerto de los Olivos; mirémosle atado y conducido como un malhechor, presen– tado delante de los tribunales; mirémosle ata– do a la Columna, en su coronación de espinas, en el balcón del pretorio, en la calle de la Amargura, en el acto mismo de la crucifixión; mirémosle ya levantado en la Cruz, despojado de sus vestiduras, traspasados sus pies y sus manos con duros clavos, desgarradas sus car– nes y cubierto de llagas todo su cuerpo; y a más de esto, abandonado, despreciado, insulta– do, escarnecido y blasfemado; y después de verle así, y pensar que es el mismo Dios Hu– manado y la misma inocencia y santidad, diga– mos con San Pablo: "Me amó y se entregó por mí" (10). (D) 1 Ped., 2, 21. (10) Gal., 2, 20.

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