BCCCAP00000000000000000000534

80 LOS roNTiFICES EN LORETO. tar también sus sentimientos de piedad, visitando tan privilegiada mansión. Ellos vienen personalmente á prestar sus home– najes, á prosternarse en el sagrado recinto, y beber la gracia en este manantial, donde empezó á correr para todo el mundo. La lista de estos augustos peregrinos empieza por el nombre de un Santo que veneramos en los al– tares. Apenas San Pedro Celestino se vió libre de la pesada carga de Soberano Pontífice, y por su abdica– ción recobra su libertad, se dirige á Tersatz, donde creía se hallaba aún la Santa Casa, con el fin de visi– tarla; pero no lo consiguió, porque en el camino fué detenido por orden de su sucesor y encarcelado en la fortaleza de Fumone, donde concluyó de ganar su eterna corona de martirio. Después hallamos al Papa Urbano V, que regre– sando <le Aviiíón á Italia se preparaba para ir á Lo– reto, ú instancia del gran Cardenal Albornoz; pero tantos a::mntos urgentísimos le impidieron realizar este viaje, ó por lo menos no existe ninguna prueba cierta de que hubiera ejecutado su proyectada pe– regrinación. Nicolús V fué el primer Papa que con seguridad se sabe realizó esta peregrinación á la Santa Casa de Loreto: su piedad, no menos que su genio, le hi– cieron digno de este honor. Algunos años m:ís tarde fué Pío II. Dueños los turcos de Constantinopla amenazaban ya al Occi– dente. El Papa Pío II quiso salvar á Europa y lo– gró formar una liga entre todos los príncipes cris– tianos, por lo que se comprometía á marchar él mismo á la cabeza del ejército, que había de arrojar á los turcos al Asia . . El punto de reunión general se fijó en Ancona la primavera del ailo 1446.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz