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70 VARIOS PRODIGIOS, sencia. Durante diez años consecutivos había visto clescender del cielo las llamas la víspera ele la Nati– vidad ele la Santísima Virgen, siempre á la misma hora, un poco antes ele la salida del sol. En varias ocasiones se aproximó para penetrar este misterio; pero entonces aquella luz sobrenatu– ral se desvanecía antes que él llegara, por lo que hubo de recurrir á la oración, y después de mu– chas süplicas á la Santísima Virgen, ésta se le apa– reció, enseñándole lo que él tan ardientemente de– seaba saber; le dijo que en este día había empezado la gloria de su Casa; que el cielo le celebra en re– cuerdo de su nacimiento y que la tierra, á su vez, debía asociarse á sus alegrías y homenajes. Conoci– da como era la santidad del ermitaño, el Obispo y el pueblo recibieron con respeto el mensaje que la Madre de Dios les enviaba por su conducto. El cie– lo, por otra parte, no tardó en confirmar sus pala– bras, porque el 8 de Setiembre siguiente se renovó el prodigio de la manera más brillante, pudiéndole contemplar un numeroso gentío. Desde entonces la fiesta de la Natividad, junta– mente con la de la Anunciación de la Santísima Virgen, se celebran como las principales de la Santa Casa. Los escritores del siglo XVII hacen subir lo me– nos á 200.000 el número de peregrinos que iban to– dos los años á Loreto con este mofrrn á celebrar la fiesta: ni la persecución de la Iglesia y del Papado en nuestros días, ni la indiferencia é incredulidad de nuestro siglo, han podido sofocar ni disminuir esta devoción, pues en el año de 188G, durante los ocho días que preceden y siguen ú la fiesta, pueden calcularse más de G0.000 los peregrinos habitantes de las Marcas, de Roma, Bolonia y Nápoles, que han visitado la Santa Casa, felicitando á la Santísima
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