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DE LA SANTA CASA DE LORETO. 67 Recanati, sólo consideraban sus manifestaciones como hijas de un sueño ó de una ilusión piadosa; mas dü;curriendo acerca de la insistencia de estos rumo– res que ya circulaban por todas partes y que esta– ban de perfecto acuerdo con las revelaciones hechas al solitario cuya santidad les era conocida, se re– solvieron por ültimo á investigar lo que hubiese de cierto en ellos. Para esto se reunió el Consejo de la ciudad, quien resolvió que una diputación, compuesta de 16 indi– viduos, escogiuos entre las notables del país, par– tieran para Tersatz y Nazaret; esta comisión tuvo el mismo resultado que el que tuvo cinco años antes la expedición enviada á Tierra Santa por el señor Frangipani. La ciudad de Tersatz les proporcionó una copia exacta de la Casa, tomada sobre el mismo emplaza– miento que había ocupado durante cerca de cuatro años, y recogieron de boca de los principales habi– tantes del país los detalles de su aparición, milagro– sa estancia y partida. No obstante, estuvieron expuestos, porque el triste estado de la Palestina, bajo el yugo de los musulmanes de Egipto, les impedía llegar hasta Na– zaret, cuyo camino tuvieron que abrirse á peso de oro. El corto número de cristianos que se habían salvado del furor de los infieles los acompañaron á inspeccionar las ruinas de la Basilica de Santa Ele– na, y al cerciorarse y reconocer aquel santo lugar, dieron por bien empleados los sufrimientos y peli– gros del viaje; pues previo un examen minucioso, llegaron á convencerse que el santuario que po– seían en Loreto era, efectivamente, el mismo que cinco años antes se había desprendido de los cimien– tos que acababan de reconocer. Su vuelta á Italia fué un verdadero triunfo; la

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