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LA SANTA CASA EN LORETO. 59 produciendo, y no quería darse por vencido sin combate. Instigados por el espíritu del mal varios hombres cargados de crímenes, que sólo ven en aquella pia– dosa concurrencia la ocasión de satisfacer sus sal– vajes pasiones, van á poner en ejecución sus crimi– nales intentos, favorecidos por lo solitario de estos lugares, la espesura de las malezas y la estrechez y tortuosidad del bosque. Los fieles y peregrinos, á quienes sorprende la noche antes de llegará la Santa Casa, son atacados y despojados de cuanto llevan y aun algunos asesi– nados. No era ya posible visitar el santuario sino re– uniéndose muchos y bien armados; viéndose, por tanto, privados de aquel consuelo los débiles, los po– bres y aquellos á quienes Dios llamaba con preferen– cia y que más necesidad tenían de sus auxilios. Extraño parecerá que se dejara cometer impune– mente tantas atrocidades de bandolerismo, sobre todo después de haber visto la piedad y celo de los habitantes de Recanati y pueblos vecinos; pero pre– ciso es que recordemos el miserable estado en que se encontraba Italia en aquella época, desgarrada toda ella por las discordias de una provincia con otra, de un pueblo contra otro pueblo y aun los ha– bitantes entre sí de una misma población. No era reconocida ninguna autoridad; no se tenía ningún respeto ni al derecho ni á los tratados, ni en ninguna parte podía establecerse un orden de cosas estable y protector; sólo el reinado de la fuerza, de la violencia, y de la astucia y maldad, eran reco– nocidos precursores de una multitud de tiranos, cuya opresión había de ser más insoportable to– davía. Después de esto, no podrá llamar la atención que
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