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fl2 SBNTIMIENTOS DB LOS D.1.LMATAS lo de Europa y atravesando el Adriático, vino á po– sarse en el seno de Italia, que tiene la suerte de po– seerla todavía. CAPÍTULO IX. SENTil\UENTO DE LOS D.'\.LMATAS AL PERDER LA SANTA CASA. No es posible escribir el asombro y la consterna– ción que se apoderaron ele los habitantes de Tersatz y Fiüme; los testimonios de su pena y su dolor vivos están todavía en los monumentos que atesti– guan el paso y mansión de la Casa de la Santísima Virgen por su país. D. Nicolús Frangipani hizo cons– truir en el sitio que había ocupado, una capilla que era la reproducción y copia exacta de aquélla, po– niénelola una inscripción que todavía puede leerse, y dice aRÍ: Este es el sitio en que estuvo en otro tiempo la morada de la Bienaventurada Yirgeu de Loreto, honrada al presente en territorio de Recanati. Otra inscripción en lengua latina recuerda que la Casa ele la Bien– aYenturada Virgen María vino á Tersatz en el mes de 1fayo"' de 1291 y se retiró el 10 de Diciembre Je 1294. Siglo y meelio después, uno de sus descen– dientes que llevaba su mismo nombre levantó sobre la humilde capilla una grande y rica iglesia, y su hijo Martín Frangipani, al lado de ésta, hizo un convento para Religiosos de San Francisco (nuestro Padre), á cuya custodia está confiada. Los Soberanos Pontífices la han colrnaclo de rega– los é indulgencias. Urbano V la envió por manos de su predicador apostólico el Padre Bonifacio de N á– poles, un retrato de la Santísima Virgen, pintado en madera de cedro por San Lucas. Calixto III, Pa-
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