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48 PRIMERA TRASLACIÓN. del santo Papa Clemente VII: dicha puerta se ve al presente tapiada sobre el muro del Norte, más ancha y más alta que lo son de ordinario las puer– tas de una habitación sencilla, sobre todo en Orien– te, lo que hace creer que tenía por objeto dar aire y luz á la gruta, Robre la cual se abría; el altar, la estatua y la cruz estaban enfrente; la ventana un poco á la derecha del sitio que ocupa en la ac– tualidad. El techo, formado de tablas pintadas de azul y salpicadas de estrellas de madera dorada, estaba sos– tenido 'por dos vigas; el tejado casi pla110, en forma de azotea, como todas las casas de los árabes. Lo alto de las paredes á modo de cornisa, adornado de semicírculos de uno ó dos pies de ancho próxima– mente, de madera dorada, y en éstos se veía, arri– mados á la pared, cierto número ele utensilios de barro barnizado, platos, fuentes, escudillas, en fin, el menaje de una familia pobre. En la pared que mira al Mediodía, frente á la ventana, había un hueco que no se prolongaba hasta el tejado, en el que se distinguían vestigios de haber hecho fuego; }>Udo proceder de una antigua puerta, después con– denada, ó de una chimenea; esto último era lo creído y asegurado en Dalmacia y Loreto: sobre el tejado había un pequeño campanario con las dos campanas que aún se conservan en la Santa Casa. ' Enseguida corrió por toda la Dalmacia la noticia de tan gran }lrodigio, y de los pueblos cercanos acu– de una gran multitud de fieles que quieren verlo por sus propios ojos: cuantos penetran en la casa capi– lla se sienten poseídoR, como por instinto, de respeto y de una especie de religioso pavor, que los más célebres santuarios jamás les había inspirado; pero ninguno puede explicarse qué majestad es la que llena este lugar y de dónde les viene este don ce-
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