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44 SAN LUIS EN LA SANTA CASA DE NAZAllET. Hauterive, el héroe del Tasso. El primer normando desplegó en Tierra Santa la misma piedad y la mis– ma generosidad que sus antepasados en Italia; col– mó de ricos presentes á la Santa Casa, y teniendo en cuenta la santidad del lugar más que la impor– tancia de éste, hizo de Nazaret la metrópoli del país. A partir de este momento no son ya meras ag·rupa– ciones de peregrinos, sino el Occidente entero, el que se traslada á los Santos Lugares. Todo lo que Europa tiene de grande, de noble, de instruido y de santo, va á pagar su tributo á María en esta humil– de morada, donde tuvieron principio sus grandezas. Citaré de paso á Santiago de Vitry y Juan Focas, que nos han dejado, el primero, una historia de Tierra Santa, y el segundo una preciosa relación de su via– je; al gran Padre San Francisco, que, lleno de pe– nitencias y trabajos, hizo la peregrinación á los Santos Lugares, deteniéndose en Nazaret, donde veneró esta Santa Casa en que el Verbo Divino se hizo hombre, y por último, el gran San Luis, Rey de Francia, cerró' tan gloriosamente la era de las Cruzadas y la lista de los ilustres peregrinos. Prisionero San Luis del Soldán de Egipto, hizo voto, si recobraba su libertad, de ir á Nazaret á dar las gracias á la Virgen Santísima en su Casa, y el 25 de Marzo de 1252, fué á cumplir su promesa, como lo describe admirablemente el Rdo. P. Geofroy, Dominico, en la vida de San Luis. El santo Rey, queriendo dejar en Nazaret un testimonio de su reconocimiento y piedad, se hizo retratar en la pared de la Santa Casa, orando ante la imagen de la Santísima Virgen, revestido con manto real, sobre un traje listado, teniendo en la mano derecha los grillos y cadenas que había lleva– do en su cautiverio y en la izquierda una vara en forma de cetro.

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